Exfoliar tu rostro también es de meros machos

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Ana entró sigilosamente al baño, no podía creer lo que su nariz le confirmaba. Su novio Rodolfo estaba usando la loción exfoliante que tanto había rechazado porque atentaba contra su código de mero macho.

En pleno Siglo XXI Rodolfo era un machista empedernido, que estaba a punto de ser conquistado por las maravillas de la lozanía de la piel.

      • Con una sonrisa de triunfo y su pícara mirada, Ana sorprendió a Rodolfo, quien en vano trató de disimular la evidencia, con la expresión de un niño descubierto y su célebre ¡no creerás que…! entre risas, Ana comenzó a ayudarle, terminando de colocarle en el rostro la crema exfoliante.

 

Rodolfo se quejaba de que al rasurarse no lograba una afeitada al ras, y a menudo se irritaba, pero en su masculinidad exacerbada y ritos de belleza de hombre de las cavernas, se negaba a usar cremas y lociones para mejorar la afeitada.

Hasta aquel momento, en que su cara estaba tan maltratada que no se sabía si se había afeitado o había peleado con una fiera. Fue entonces, cuando Ana comenzó a hablarle que las cremas exfoliantes podían ayudarle a limpiar la piel, retirando las células muertas que no permitían llegar de raíz al vello facial, permitiéndole tener una afeitada más efectiva con una piel más suave.

Y con un relajante masaje facial y cómplices caricias, Rodolfo experimentó el milagro de la exfoliación antes de la afeitada, que sirvió de preámbulo a su potente virilidad, con la cual por fin entendió que exfoliarse el rostro también es de meros machos.

Ahora disfruta de una afeitada sin molestas irritaciones y comparte con Ana no sólo el amor, sino la crema exfoliante.

 

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